Personajes:
Principales:
· El
príncipe
Secundarios
· Maquiavelo
· Hereditario
Narración: en tercera
persona.
Valores presentados:
- La prudencia. Escribió:
"El que no detecta los males cuando nacen, no es verdaderamente
prudente".
- La generosidad. Escribió: "Hay que ser liberal con todos aquellos a quienes no quita nada - que son muchísimos - y tacaño con todos aquellos a quienes no da, que son pocos".
"Con aquello que no es tuyo ni de tus súbditos se puede ser considerablemente más generoso. El gastar lo de los otros no te quita consideración, antes que la aumenta".
- Fidelidad a la palabra dada. Escribió: "No puede un señor prudente - ni debe- guardar fidelidad a su palabra cuando tal fidelidad se vuelve en contra suya y han desaparecido los motivos que determinaron su promesa. Si los hombres fueran todos buenos, este precepto no sería correcto, pero- puesto que son malos y no te guardarían a ti su palabra- tú tampoco tienes por que guardarles la tuya".
- Cualidades de un príncipe. Escribió: "De ciertas cualidades que el príncipe pudiera tener, incluso me atreveré a decir que si se las tiene y se las observa siempre son perjudiciales, pero sí aparenta tenerlas son útiles; por ejemplo: parecer clemente, leal, humano, íntegro, devoto, y serlo, pero tener el ánimo predispuesto de tal manera que si es necesario no serlo, puedas y sepas adoptar la cualidad contraria".
- La generosidad. Escribió: "Hay que ser liberal con todos aquellos a quienes no quita nada - que son muchísimos - y tacaño con todos aquellos a quienes no da, que son pocos".
"Con aquello que no es tuyo ni de tus súbditos se puede ser considerablemente más generoso. El gastar lo de los otros no te quita consideración, antes que la aumenta".
- Fidelidad a la palabra dada. Escribió: "No puede un señor prudente - ni debe- guardar fidelidad a su palabra cuando tal fidelidad se vuelve en contra suya y han desaparecido los motivos que determinaron su promesa. Si los hombres fueran todos buenos, este precepto no sería correcto, pero- puesto que son malos y no te guardarían a ti su palabra- tú tampoco tienes por que guardarles la tuya".
- Cualidades de un príncipe. Escribió: "De ciertas cualidades que el príncipe pudiera tener, incluso me atreveré a decir que si se las tiene y se las observa siempre son perjudiciales, pero sí aparenta tenerlas son útiles; por ejemplo: parecer clemente, leal, humano, íntegro, devoto, y serlo, pero tener el ánimo predispuesto de tal manera que si es necesario no serlo, puedas y sepas adoptar la cualidad contraria".
Resumen
“El príncipe trata del modo de fundar y fortalecer un
principado, cuyo gobernante deberá mostrarse virtuoso, prudente al par que
enérgico, dispuesto a servirse de todos los medios posibles incluso de la
astucia y el engaño para establecer y preservar el orden.”
El Príncipe de Nicolás Maquiavelo
La obra comienza hablando de los principados, estos pueden ser nuevos o hereditarios, los hereditarios son los que ya están acostumbrados a vivir bajo la dirigencia de un príncipe, en cuanto a los nuevos; deben adoptar el nuevo sistema que se le es impuesto.
Los estados hereditarios son más fáciles de conservar debido a que se mantienen la cultura, lengua, etc. El príncipe solo debe seguir los pasos de sus antepasados.
Los principados mixtos presentas mayores dificultades a la hora de gobernarlos debido a las distintas características que se le imponen a los nuevos súbditos. La manera más fácil de lograr esto es radicarse en las nuevas tierras y gobernar directamente.
En caso que el príncipe designe a esclavos que gobiernen por él, debe dejar en claro que realmente él es la mayor autoridad.
Para imponerse ante un gobierno que estaba acostumbrado a gobernarse por sí mismo el príncipe debe arruinar su cultura e imponerse totalmente. Además debe asegurarse no crear sed de venganza en los súbditos.
Al obtener la soberanía por medio de las armas propias, se debe obrar como jefe y establecer claramente los nuevos estatutos.
Al obtener la soberanía por medio de la fortuna es más difícil mantenerla, ya que la obtienen de una manera muy fácil y al luchar por ella se les hace difícil.
Al obtener la soberanía por medio del rigor, debe asegurarse el príncipe de utilizarlo solo una vez, y no volver sobre este nunca más.
También en la obra se habla del principado civil, en el cual gobierna un representante del pueblo, este debe mantener un equilibrio éntrelos intereses del pueblo y el de la elite.
Los Príncipes se sostienen a sí mismo, cuando tienen suficientes hombres y dinero para formar un buen ejército, para dar batalla a cualquiera. Un Príncipe que tiene una ciudad fuerte y no se hace odiar en ella, no puede ser atacado.
Los principados eclesiásticos solos que más fácilmente progresan, ya que reciben un fuerte apoyo religioso.
También el príncipe debe estar en condiciones de defender sus tierras, para esto puede usar soldados mercenarios, que son peligrosos ya que se presentan valientes mientras están unidos pero se acobardan cuando se separan, además de que luchan a cambio de dinero.
Los príncipes prefieren perder con sus armas antes que ganar con ajenas, ya que de esta manera quedan en deuda con los más poderosos y corren el riesgo de caer en la servidumbre.
Con respecto a su ejército, el príncipe debe asegurarse de mantenerlos con disciplina y orden, para que estos no se vuelvan contra él. Esto lo logra siendo ejemplo frente al ejército, en el aspecto físico y cultural, manteniéndose en forma y estudiando el arte de la guerra.
Además el príncipe debe presentar ante súbditos y pares un aspecto respetable, no deben tratarlo de débil, afeminado, duro, flexible, etc.
La liberalidad también es importante en el gobierno del príncipe, que no debe convertir a esta algo natural de los súbditos, ya que abusaran de esta y arruinaran al estado, de tal manera que le será imposible recuperarse.
Ser temido y amado también aparece en la vida del príncipe, que debe crear un equilibrio entre ambos conceptos, ya que dependerá de los dos en determinadas situaciones.
El príncipe también debe evitar ser odiado y despreciado, para evitar la rebelión del pueblo y la desestabilización de su poder.
En el momento en que el príncipe toma un pueblo, es necesario que lo desarme de tal manera que no se vuelvan en su contra, y también que proteja al pueblo mediante una fortaleza para no ser invadido por alguien que quiera arrebatarle el poder.
El príncipe también debe preocuparse en obtener simpatía de los súbditos más ilustres, premiándolos frente a sus logros más destacados.
Un Príncipe para conservar un buen ministro (secretario), debe honrarlo, enriquecerlo y entregarle la dignidad y cargos que él se merece.
Los príncipes de Italia perdieron sus estados por culpa de ejércitos débiles y en algunos casos de su propia fragilidad como “señor”.
También debe ser acompañado de la fortuna, pero no depender definitivamente de ella.
A CONTINUACIÓN SE PRESENTA UN RESUMEN DE LOS CAPÍTULOS DEL LIBRO “EL PRÍNCIPE”
La obra comienza hablando de los principados, estos pueden ser nuevos o hereditarios, los hereditarios son los que ya están acostumbrados a vivir bajo la dirigencia de un príncipe, en cuanto a los nuevos; deben adoptar el nuevo sistema que se le es impuesto.
Los estados hereditarios son más fáciles de conservar debido a que se mantienen la cultura, lengua, etc. El príncipe solo debe seguir los pasos de sus antepasados.
Los principados mixtos presentas mayores dificultades a la hora de gobernarlos debido a las distintas características que se le imponen a los nuevos súbditos. La manera más fácil de lograr esto es radicarse en las nuevas tierras y gobernar directamente.
En caso que el príncipe designe a esclavos que gobiernen por él, debe dejar en claro que realmente él es la mayor autoridad.
Para imponerse ante un gobierno que estaba acostumbrado a gobernarse por sí mismo el príncipe debe arruinar su cultura e imponerse totalmente. Además debe asegurarse no crear sed de venganza en los súbditos.
Al obtener la soberanía por medio de las armas propias, se debe obrar como jefe y establecer claramente los nuevos estatutos.
Al obtener la soberanía por medio de la fortuna es más difícil mantenerla, ya que la obtienen de una manera muy fácil y al luchar por ella se les hace difícil.
Al obtener la soberanía por medio del rigor, debe asegurarse el príncipe de utilizarlo solo una vez, y no volver sobre este nunca más.
También en la obra se habla del principado civil, en el cual gobierna un representante del pueblo, este debe mantener un equilibrio éntrelos intereses del pueblo y el de la elite.
Los Príncipes se sostienen a sí mismo, cuando tienen suficientes hombres y dinero para formar un buen ejército, para dar batalla a cualquiera. Un Príncipe que tiene una ciudad fuerte y no se hace odiar en ella, no puede ser atacado.
Los principados eclesiásticos solos que más fácilmente progresan, ya que reciben un fuerte apoyo religioso.
También el príncipe debe estar en condiciones de defender sus tierras, para esto puede usar soldados mercenarios, que son peligrosos ya que se presentan valientes mientras están unidos pero se acobardan cuando se separan, además de que luchan a cambio de dinero.
Los príncipes prefieren perder con sus armas antes que ganar con ajenas, ya que de esta manera quedan en deuda con los más poderosos y corren el riesgo de caer en la servidumbre.
Con respecto a su ejército, el príncipe debe asegurarse de mantenerlos con disciplina y orden, para que estos no se vuelvan contra él. Esto lo logra siendo ejemplo frente al ejército, en el aspecto físico y cultural, manteniéndose en forma y estudiando el arte de la guerra.
Además el príncipe debe presentar ante súbditos y pares un aspecto respetable, no deben tratarlo de débil, afeminado, duro, flexible, etc.
La liberalidad también es importante en el gobierno del príncipe, que no debe convertir a esta algo natural de los súbditos, ya que abusaran de esta y arruinaran al estado, de tal manera que le será imposible recuperarse.
Ser temido y amado también aparece en la vida del príncipe, que debe crear un equilibrio entre ambos conceptos, ya que dependerá de los dos en determinadas situaciones.
El príncipe también debe evitar ser odiado y despreciado, para evitar la rebelión del pueblo y la desestabilización de su poder.
En el momento en que el príncipe toma un pueblo, es necesario que lo desarme de tal manera que no se vuelvan en su contra, y también que proteja al pueblo mediante una fortaleza para no ser invadido por alguien que quiera arrebatarle el poder.
El príncipe también debe preocuparse en obtener simpatía de los súbditos más ilustres, premiándolos frente a sus logros más destacados.
Un Príncipe para conservar un buen ministro (secretario), debe honrarlo, enriquecerlo y entregarle la dignidad y cargos que él se merece.
Los príncipes de Italia perdieron sus estados por culpa de ejércitos débiles y en algunos casos de su propia fragilidad como “señor”.
También debe ser acompañado de la fortuna, pero no depender definitivamente de ella.
A CONTINUACIÓN SE PRESENTA UN RESUMEN DE LOS CAPÍTULOS DEL LIBRO “EL PRÍNCIPE”
1 CAPÍTULO I DE
LAS DISTINTAS CLASES DE PRINCIPADOS Y LA FORMA EN QUE SE ADQUIEREN.
Todos los Estados, todas las dominaciones que han
ejercido y ejercen soberanía sobre los hombres, fueron y son repúblicas o
principados. Los principados son o hereditarios o como miembros agregados al
estado hereditario del príncipe que los adquiere.
2 CAPÍTULO II.- DE
LOS PRINCIPADOS HEREDITARIOS
Este capítulo señala como pueden y deben y deben
gobernarse los principados.
Es más fácil conservar un Estado hereditario,
acostumbrado a una familia y basta con no alterar el orden establecido por
príncipes anteriores, y con temporalizar después con los cambios que pueden
producirse. Es lógico que sea más amado y a que menos vicios excesivos le
traigan el odio es razonable que le quieran con naturalidad los suyos.
Las dificultades que existen en los nuevos principados
como miembro agregado a un conjunto anterior, sus incertidumbres nacen de una
simple dificultad que se encuentra en todos los principados nuevos, dificultad
que consiste en que los hombres cambian con gusto de señor, creyendo mejorar,
impulsados a tomar armas contra él en lo cual se engañan pues luego han
empeorado. El príncipe se ve obligado a ofender a sus súbditos, de modo que
tiene por enemigos a todos los que se ha ofendido al ocupar el principado, y no
se puede conservar como amigos a los que les han ayudado a conquistarlo porque
no se pueden satisfacer las necesidades como ellos esperaban.
Los territorios revoltosos se pierden con más dificultad
cuando se conquistan por segunda vez.
Estos estados que al adquirirse se agrega a uno más
antiguo, de la misma provincia y de la misma lengua es muy fácil conservados,
sobre todo cuando están acostumbrados a vivir libres; y para afianzarse en el
poder, siempre que se conserven sus costumbres y las ventajas que gozaban
permanecerán tranquilos y pueden permanecer en total armonía. Se deben tener
dos cuidados: que la descendencia del príncipe anterior desaparezca y que ni
sus leyes ni sus atributos sean alterados.
Cuando se adquieren Estados en una provincia con idioma,
costumbres y organización diferentes, surgen dificultades y uno de los remedios
que la persona que los adquiera es que fuera a vivir en ellos, así se ven nacer
los desórdenes y se pueden reprimir con prontitud, de este modo también
adquieren más respeto y con mucha dificultad suelen perderlo.
Otro buen remedio es enviar a algunas colonias a alguno
de los lugares que sean como llaves para aquel Estado.; las colonias no
cuestan, son más fieles y entrañan menos peligro, los damnificados no pueden
causar molestias porque son pobres y están demasiado aislados.
A los hombres hay que conquistarlos o eliminarlos, la
ofensa que se le haga al hombre debe ser tal, que le resulte imposible
vengarse.
Si en vez de colonias se emplean tropas, e gasto es mucho
mayor, por el mantenimiento de la guardia, se perjudica e incomoda a todos y
por lo cual, se vuelven enemigos.
El príncipe que anexe una provincia con organización y
costumbres diferentes a la suya debe convertirse en defensor de los vecinos
menos poderosos para debilitar a los de mayor imperio y cuidarse de que entre a
su estado un extranjero tan poderoso como él ya que se le adhieren todos los
que sienten envidia del que es más fuerte ya que enseguida y de buena gana
forman un bloque con el Estado invasor.
“Una guerra no se evita sino se difiere para provecho
ajeno”
El deseo de conquista es un sentimiento muy natural y
común, y siempre que lo hagan los que pueden, antes serán alabados que
censurados; pero cuando intentan hacerlo a toda cota los que no pueden, la censura
es admitida.
Para evitar una guerra nunca se debe dejar que el
desorden siga su curso.
Es natural que se ha vuelto poderoso recelo de la misma
astucia o de la misma fuerza gracias a las cuales se ha obtenido la ayuda.
Un príncipe elige de entre sus siervos, que o son todos,
los ministros que lo ayudarán a gobernar, o por un príncipe asistido por nobles
que, a la antigüedad de su linaje, deben la posición que ocupan. Estos nobles
tienen estados y súbditos propios, que los reconocen por señores y les tienen
natural inclinación. Mientras que en los Estados que eran gobernados por un
príncipe asistido por siervos, el príncipe goza de mayor autoridad porque en
toda la provincia no se reconoce a otro soberano, sino a él, y si se obedece a
otro, sólo se le hace por tratarse de un ministro o magistrado del príncipe.
Hay tres modos de conservar un Estado que estaba
acostumbrado a regirse por sus propias leyes y a vivir en libertad:
Destruirlo
Radicarse en él
Dejarlo regir por sus leyes, obligándolo a pagar tributo
y establecer un gobierno compuesto por un pequeño número de personas para que
se encarguen de velar por la conquista.
Nada hay mejor para conservar una ciudad acostumbrada a
vivir libre que hacerla gobernar por los mismos ciudadanos. El único sistema
seguro de dominar una ciudad acostumbrada a vivir libre es destruirla. Quien se
haga dueño de una ciudad así y no la aplaste, debe esperara ser aplastado por
ella. Sus rebeliones siempre serán representadas con el nombre de libertad. El
recuerdo de su antigua liberad no les concede ni un momento de reposo si los
habitantes no se separan ni se dispersan, inmediatamente recurren a cualquier
contingencia.
Cuando las ciudades o provincias están acostumbradas a
vivir bajo un príncipe, y por la extinción de este y su linaje queda vacante el
gobierno, por un lado los habitantes están acostumbrados a obedecer y por otro
no tienen a quién, y no se ponen de acuerdo para elegir a uno entre ellos, ni
saben vivir en libertad, y por último tampoco se deciden a tomar armas contra
el invasor.
Los hombres siguen casi siempre el camino abierto por
otros y se empeñan en limitar las acciones de los demás. Todo hombre que sea
prudente debe imitar a los que han sido excelsos, para que, si no los iguala en
virtud, por lo menos se les acerque.
Los principados de nueva creación, son más o menos
difíciles de conservar según que sea más o menos hábil e inteligente el
príncipe que los adquiere. El que menos ha confiado en el azar es el que
siempre se ha conservado en su conquista. También facilita enormemente las
cosas el que un príncipe, al no poseer otros Estados, se vea obligado a
establecerse en el que ha adquirido (aquellos que no se convirtieron en
príncipes por azar, sino por sus virtudes).
Las dificultades nacen de las nuevas leyes y costumbres
que se ven obligados a implantar para fundar el Estado y proveer sus seguridad.
No hay nada más fácil de emprender, ni más dudoso de triunfar, ni más peligroso
de manejar que el introducir nuevas leyes. El innovador se transforma en
enemigo de todos los que se benefician con las leyes antiguas, se consigue la
amistad tibia de los que se benefician con las leyes nuevas.
Es preciso ver si esos innovadores lo son por sí mismos,
o si dependen de otros; si necesita recurrir a la súplica para su obra, o si
pueden imponerla por la fuerza, entonces, rara vez dejan de conseguir sus
propósitos. Los rublos volubles, si es fácil convencerlos de algo, es difícil
mantenerlos fieles a la convicción, por lo que conviene estar preparados.
Los que sólo por suerte se convierten en príncipes y poco
esfuerzo necesitan para llegar a serlo, se mantienen pero con muchísimo
trabajo.
Las dificultades se presentan una vez instaladas. Estos
príncipes no se sostienen más que por la voluntad y la fortuna (mudables e
inseguras) de quienes los elevaron y no saben ni pueden conservar aquella
dignidad. No es factible que conozca el arte del mando. Ya que han vivido
siempre como simples ciudadanos.
Está el caso en el que se asciende al principado por un
camino de perversidades y delitos y en el que se llega a ser príncipe por favor
de otros ciudadanos. Los ciudadanos no tienen entonces más remedio que
someterse y constituir un gobierno del cual alguien se hace nombrar jefe.
Muertos todos los que pudiesen significar u peligro para él se preocupa por
reforzar su poder con nuevas leyes civiles y militares, de manera que mientras
gobierne, no sólo está seguro, sino que se hace temer por todos los vecinos.
Al apoderarse de un Estado todo usurpador debe considerar
todos los crímenes que le es preciso cometer, y ejecutarlos todos a la vez,
para que no tenga que renovarlos día a día. Quien procede de otra manera, por
timidez o por haber sido mal aconsejado, se ve siempre obligado a conserva el
cuchillo en la mano, y mal puede contar con súbditos a quienes sus ofensas
continúas y todavía recientes llenan de desconfianza. Por qué las defensas
deben inferirse de una sola vez, para que durando menos; mientras que los
beneficios deben procurarse poco a poco, con fin de que se deben saborear
mejor.
Un ciudadano gracias al favor de sus compatriotas, se
convierte en príncipe. L Estado así constituido puede llamarse principado
civil. El legar a él no depende de una cierta habilidad propiciada por la
fortuna, o bien del apoyo del pueblo, o bien del de los nobles... en toda
ciudad se encuentran dos fuerzas contrarias, una lucha por mandar y oprimir a
la otra, que no quiere ser mandada ni oprimida. Y del choque de las dos
corrientes surge uno de estos tres efectos: principado, libertad o licencia.
Los nobles cuando comprueban que no pueden resistir al
pueblo, concentran toda la autoridad en uno de ellos y lo hacen príncipe para
poder, a su sombra, dar rienda suelta a sus apetitos. El pueblo cuando no puede
hacer fuerte a sus grandes, cede su autoridad a uno y lo hace príncipe para que
lo defienda. El que llega al principado con ayuda de los nobles se mantiene con
más dificultad que el sí o hombre que ha legado con el apoyo del pueblo, porque
los que o rodean se sientes sus iguales.
Un príncipe jamás podrá dominar al pueblo cuando tenga
por enemigo. Lo peor que un príncipe puede esperar de un pueblo que no o ame es
el ser abandonado por él; de los nobles, si los tiene por enemigos, es que se
rebelen contra él. Es una necesidad del príncipe vivir siempre con el mismo
pueblo, pero no con os mismos nobles, puede crear nuevos o deshacerse de lo que
tenía a su conveniencia.
El que llegue a ser príncipe mediante el favor del pueblo
debe esforzarse por conservar su afecto, pues el pueblo sólo pide no ser
oprimido. El que se convierta en príncipe por ayuda de los nobles perecerá si
se empeña en conquistarlo, lo que sólo será fácil si lo toma bajo su
protección.
Un v príncipe necesita contar con la amistad del pueblo,
pues de lo contrario no tiene remedio en la adversidad.
Estos principados peligran cuando quieren pasar de un
principado civil a un principado absoluto.
10 CAPÍTULO X COMO
DEBEN MEDIARSE LA FUERZAS DE TODOS LOS PRINCIPADOS
Son capaces de sostenerse a sí mismos los que, o por
abundancia de los hombres o de dinero, pueden levantar un ejército respetable y
presentar batalla a quien quiera que se atreva a atacarlos. Los que no son
capaces de presentar batalla al enemigo en campo abierto. Del segundo caso lo
se puede aconsejar a los príncipes que fortifiquen y establezcan la ciudad en
que vivan y se despreocupen por la campaña. Quien tenga bien fortificada su
ciudad difícilmente será asaltado; porque los hombres son enemigos de las
empresas demasiado arriesgadas.
Un príncipe que obtiene una plaza fuerte, y a quien el
pueblo no odie, no puede ser atacado. Si fuese el atacado se vería obligado a
retirarse sin gloria, son tan vitales las cosas de este mundo que es imposible
que alguien permanezca con sus ejércitos un año situando ociosamente una
ciudad.
En os principados eclesiásticos existen dificultades
antes de poseerlos, se adquieren o por valor o por suerte, mantiene a sus
príncipes en el poder sea cual fuere el modo que estos procedan o vivan.
Estos son los únicos que tienen Estados y no los defienden;
súbditos no os gobiernan. Pero a pesar de eso no les son arrebatados y los
súbditos no se preocupan, ni piensan, ni podían situarse a su soberanía. Son
los únicos principados seguros y felices.
Las formas de ataque y de defensa pueden ser necesarias
un cada uno de los Estados antes mencionados.
Las tropas con las que un príncipe defiende a sus Estados
son propias, mercenarias, auxiliares o mixtas. Las auxiliares y mercenarias son
útiles y peligrosas; el príncipe que descanse en mercenarios nunca estará
seguro ni tranquilo, porque están desunidos, ambiciosos y desleales, violentos
entre los amigos y cobardes cuando se encuentran frente al enemigo porque no
tienen disciplina y durante la paz despoja a su príncipe tanto como los
enemigos durante la guerra. Quieren ser soldados mientras el príncipe no hace
guerra.
Las tropas auxiliares son aquellas que se pide a un
príncipe poderoso para que os socorra y los defienda. Pueden ser útiles y
buenas para sus amos, pero para quien las llama son casi siempre funestas pues
si pierden queda derrotado, pero si gana, se convierte en prisionero.
Todo el que no quiera vencer no tiene más que servirse de
esas tropas, muchísimo más peligroso que las mercenarias, porque están
perfectamente unidas y obedecen ciegamente a sus jefes, con lo cual la ruina es
inmediata; mientras que las mercenarias, someten al príncipe una vez que han
triunfado. En ellas un tercero al que el príncipe haya hecho jefe no puede
cobrar enseguida tanta autoridad como para perjudicarlo. Por ello, todo el
príncipe prudente ha desechado estas tropas y se ha refugiado en las propias, y
ha preferido vencer con las suyas a hacerlo con otras.
Sucede siempre que las armas ajenas no se caen de los
hombros del príncipe o le pesan, solo oprimen. Sin milicias propias no está
seguro, está por completo en las manos del azar.
Aquel que en un principado no descubre los males antes
mencionados una vez nacidos, no es verdaderamente sabio, pero esta virtud la
tienen pocos.
14 CAPÍTULO XIV.- DE
LOS DEBERES DE UN PRÍNCIPE PARA CON LA MILICIA.
Un príncipe no debe tener más objeto ni pensamiento que
se fuera del arte de la guerra y lo que a su orden y disciplina corresponde,
pues es lo único que compete a quien manda. No sólo conserva en su puesto a los
que han nacido príncipes , sino que muchas veces eleva a esta dignidad a
hombres de condición modesta, por el contrario, ha hecho perder el Estado a
príncipes que han pensado más en las diversiones que en las armas, la pérdida
del Estado se haya siempre en el olvido de este arte.
Un príncipe durante os tiempos de paz debe ejercerse más
que en los tiempos de guerra; lo cual puede hacer de dos modos: con la acción y
con el estudio. La acción, debe, de ejercitar y tener bien organizadas sus
tropas, dedicarse constantemente a la caza con el doble objeto de acostumbrar
el cuerpo a las fatigas y a conocer la naturaleza de los terrenos; primero, se
aprende a conocer la región donde se vive, en virtud del conocimiento práctico
de una comarca, se hace más fácil el conocimiento de otra donde sea necesario
actuar.
En cuanto al ejercicio de la mente, el príncipe debe
estudiar la historia, examinar las acciones de los hombres ilustres, ver como
se ha conducido en la guerra, analizar el porqué de sus victorias y derrotas
para evitar estas y tratar de lograr aquellas; un príncipe prudente: no
permanece inactivo nunca en tiempos de paz, hacer acopio de enseñanzas para
valerse de ellas en la adversidad, a fin de que, lo halle preparado para
resistirle.
¿Cómo debe comportarse un príncipe en el trato de sus
súbitos y amigos? Hay diferencia entre cómo se vive y como se debería vivir,
que aquel que deja lo que se hace por lo que debería hacerse marcha a su ruina
en vez de beneficiarse; todo príncipe que quiera mantenerse aprenda a no ser
bueno y a participarlo o no de acuerdo con la necesidad.
Todos los hombres, y en particular los príncipes, por
ocupar posiciones más elevadas, son juzgados por alguno de estas cualidades,
tacañas, avaras
Avaro: es también el que tiende a enriquecerse por medio de
la rapiña. Es considerado dadivoso, clemente, leal, afeminado, decidido y
animoso, humano, casto, sincero, duro, grave, religioso.
Tacaño: el que se abstiene demasiado de gastar lo suyo.
Es considerado rapaz, cruel traidor, pusilánime, soberbio, laxativo, débil,
frívolo, incrédulo.
Un príncipe posee las cualidades que son consideradas
buenas pero como no es posible consérvalas todas, es preciso ser tan cuerdo que
pueda evitar la vergüenza de aquellas que le significarán la pérdidas del
Estado, si no puede, no debe preocuparse y mucho menos incurrir en la infamia
de vicios sin os cuales difícilmente podrá salvar el Estado, porque a veces lo
que parece virtud escasa de ruina, y lo que parece vicio sólo acaba por traer
el bienestar y la seguridad.
16 CAPÍTULO XVI.- DE LA
PRODIGALIDAD Y DE LA AVARICIA
Estaría bien ser tenido por pródigo de manera que se sepa
que uno es, perjudica; y por otra parte, si se le practica como se le debe
practicar no será conocida y se le considerará como el vicio contrario. Un príncipe
así acostumbrado a proceder consumirá en tales obras todas sus riquezas y se
verá obligado, si desea conservar su reputación, a imponer excesivos tributos,
a ser riguroso en el cobro y hacer todas las cosas que hay que hacer para
procurarse dinero. Lo cual comenzará a tornarlo odioso.
Ya que el príncipe no puede practicar públicamente esta
virtud sin que se le perjudique, convendrá que no se preocupe si es tachado de
tacaño porque con el tiempo será tenido siempre como más pródigo
Sólo hemos visto hacer grandes cosas a los hombres
considerados tacaños; los demás siempre han fracasado. Un príncipe debe reparar
poco, con tal de que ello le permita defenderse, no robar a los súbditos, no
volverse pobre y despreciable, no mostrarse ladrón, en incurrir en el vicio de
tacaño; porque este es uno de los vicios que le hacen posible reinar.
17 CAPÍTULO XVII.- DE LA
CRUELDADY LA CLEMENCIA; Y SI ES MEJOR SER AMADO QUE TEMIDO, O SER TEMIDO QUE
AMADO.
Todos los príncipes desean ser tenidos por clementes y no
por crueles, deben cuidarse de emplear mal esta clemencia. Un príncipe no debe
preocuparse por que o acusen de cruel, y siempre cuando su crueldad tenga por
objeto l mantener unidos y fieles a los súbditos; con pocos castigos ejemplares
será más clemente que aquellos que, por excesiva clemencia dejan manipular sus
órdenes.
Debe ser cauto en el creer y el obrar, no tener miedo de sí
mismo y proceder con moderación y humanidad. Surge una cuestión: si vale más
ser amado que temido, o temido que amado. Nada sería mejor que ser las dos a la
vez, ya que es difícil unirlas y siempre ha de faltar una.
Los hombres tienen más cuidado al ofender a uno que se
haga amar que a uno que se haga temer; el amor es un vínculo de gratitud que
los hombres, perversos rompen cada vez que pueden beneficiarse, el temor es el
miedo al castigo que no se pierde nunca.
El príncipe debe hacerse temer de modo que vite el odio.
Cuando el príncipe está al frente de sus ejércitos, es
necesario que no se preocupe si merece fama de cruel, porque sin esta fama
jamás podrá tenerse ejército alguno unido y dispuesto a la lucha.
Como el amar depende de la voluntad de los hombres y el
temer de la voluntad del príncipe, un príncipe prudente debe apoyarse en lo
suyo y no en lo ajeno, tratando siempre de evitar el odio.
Hay dos maneras de combatir: una, con las leyes, otra,
con la fuerza. La primera es distintiva del hombre; la segunda de la bestia.
Un príncipe debe saber comportarse como bestia y como
hombre. Como el receptor es mitad bestia y mitad hombre, un príncipe debe saber
emplear las cualidades de ambas naturalezas, ya que una no puede durar mucho
tiempo sin la otra.
Como bestia conviene que el príncipe se transforme en
zorro y en león; porque el león no sabe protegerse de las trampas y el zorro no
se protege de los lobos.
Un príncipe prudente no debe observar la fe jurada cuando
semejante observancia vaya en contra de sus intereses y cuando hayan
desaparecido las razones que le hicieron prometer ya que los hombres son
perversos.
Se podrían citar innumerables ejemplos modernos de
tratados de paz y promesas vueltas inútiles por la infidelidad de los
príncipes. Hay que saber disfrazarse bien y ser más hábil en el fingir y el
disimular
Es preciso que un príncipe posea todas las virtudes
mencionadas, pero es indispensable que aparente poseerlas. Hay ocasiones que el
tenerlas y practicarlas siempre es perjudicial, y el aparentar tenerlas es
útil. Está bien mostrarse piadoso, fiel, recto, humano y religioso, así mismo
serlo efectivamente; pero se debe estar dispuesto irse al otro extremo si ello,
fuera necesario.
Un príncipe debe tener muchísimo cuidado de que no le
brote nunca de los labios algo que no esté empapado de las cinco virtudes antes
citadas. Y en las acciones de los hombres, particularmente de los príncipes,
donde no hay apelación posible, se atiene a los resultados.
Trate el príncipe de huir de las cosas que no lo hagan
odioso y despreciable y una vez logrado no tendrá nada que temer de los otros
vicios.
Hace odioso el ser ladrón y apoderarse de los bienes y de
las mujeres de los súbditos, de todo lo cual convendrá abstenerse. La mayoría
de los hombres mientras no se vean privados de sus bienes y de su honor, viven
contentos.
Hace despreciable el ser considerado frívolo, voluble,
afeminado, pusilánime e irresoluto de defectos de los cuales debe alejarse e
ingeniarse para que en sus actos se reconozca grandeza, valentía, seriedad y
fuerza. Con respecto a los asuntos privados de sus súbditos, procurar que sus
fallos sean irrevocables y empeñarse en adquirir tal autoridad.
Para ser respetado, el príncipe, tiene necesariamente que
ser bueno y querido por los suyos. Un príncipe debe temer dos cosas: que se le
subleven los súbditos y que lo ataquen potencias extranjeras. En el interior
estarán aseguradas las cosas cuando lo estén en el exterior.
En lo que se refiere a los súbditos, ha de cuidar que no
conspiren secretamente.
El no ser odiado por el pueblo es uno de los remedios más
eficaces de que dispone un príncipe, ya que el conspirador siempre cree que el
pueblo quedará contento con la muerte del príncipe.
Los Estados bien organizados y los sabios siempre han
procurado no exasperar a los nobles y, a la vez, tener satisfecho y contento al
pueblo.
Hubo príncipes que, para conservar sin inquietudes el
Estado, desarmaron a sus súbditos, que dividieron sus territorios conquistados,
que favorecieron a sus mismos enemigos, que se esforzaron por atraerse a
aquellos que les inspiraban recelo al comienzo de su gobierno, que construyeron
fortalezas y que las arrasaron.
Nunca sucedió que un príncipe nuevo desarmase a sus
súbditos, más bien los armó cada vez que los encontró desarmados. De este modo
las armas del pueblo se convirtieron en las del príncipe. Los súbditos a
quienes el príncipe arma, son deudores del príncipe y se consideran más
obligados a él.
Cuando un príncipe adquiere un Estado nuevo que se añade
al que ya poseía conviene que desarme a sus nuevos súbditos, excepción hecha de
aquellos que se declararon partidarios suyos durante la conquista.
En las ciudades conquistadas, aunque no se dejaba llegar
al derramamiento de sangre, alimentaban discordias entre ellos, a fin d que,
ocupados en sus diferencias no se uniesen contra el enemigo común.
Un príncipe nuevo al que le es más necesario adquirir
fama, la fortuna le suscita enemigos y guerras en su contra para poder darle la
oportunidad de que las supere y pueda elevarse a mayor altura.
Los hombres que al principio del reinado han sido
enemigos, si su carácter es tal que para continuar la lucha necesitan apoyo
ajeno, el príncipe podrá fácilmente conquistarlos a su causa, y lo servirán con
más facilidad.
Los príncipes para poder conservarse acostumbraron a
construir fortalezas que fuesen rienda y freno para quienes se atraviesen a
obrar en su contra. Las fortalezas son útiles si en unas ocasiones favorecen y
en otras perjudican. No hay mejor fortaleza que él no sr odiado por el pueblo.
Nada hace más estimable a un príncipe como las grandes
empresas.
Se estima al príncipe ser capaz de ser amigo o enemigo
franco, al que, sin temores de ninguna índole, se declarase abiertamente a
favor de uno y en contra de otro. El abrazar un partido es siempre más
conveniente que el permanecer neutral. Porque si dos vecinos poderosos se
declaran la guerra, se tendrá que temer a cualquiera de los dos que gane la
guerra.
Aquel que no es t amigo te exigirá neutralidad, y aquel
que es amigo tuyo te exigirá que demuestres tus sentimientos con armas.
Los príncipes irresolutos, para evitar peligros presente,
siguen la neutralidad y la mayoría de las veces fracasan.
Un príncipe nunca debe aliarse con otro más poderoso para
atacar a terceros.
El príncipe también debe mostrarse amante de la virtud y
honrará a los que se distingan en las artes. Dará seguridades a los ciudadanos
para que puedan dedicarse a sus profesiones; y que unos no se abstengan de
embellecer sus posesiones por temor a ser robados, y otros de abrir una tienda
por miedo a los impuestos.
La elección de los ministros, será buena o mala según la
cordura del príncipe. La primera opinión que se tiene del juicio de un príncipe
se funda en los hombres que lo rodea
N si son capaces y fieles, cuando no lo son, no podrá
considerarse a un príncipe que el primer error lo cometa en esta elección.
Para que el príncipe mantenga constante la fidelidad de
un ministro, debe pensar en él, así pueden confiar unos en otros.
Los aduladores abundan en todas las corte. Los hombres se
complacen tanto en sus propias acciones de tal modo que se engañan y cuando
quieren defenderse, se exponen al peligro de hacerse despreciables. No hay otra
manera de evitar la adulación que el hacer comprender a los hombres que no
ofenden al decir la verdad; y resulta que, cuando todos pueden decir la verdad,
faltan al respeto.
Un príncipe debe preferir un tercer modo: rodearse de los
hombres de buen juicio de su Estado, únicos a los que dará libertad para
decirle la verdad. Debe interrogarlos sobre yodos los tópicos, y fuera de ellos
no escuchar a ningún otro.
Un príncipe debe pedir un consejo siempre que él lo
considere conveniente y no cuando lo consideren los demás. Y si pide consejo a
más de uno, los consejos serán siempre distintos y a un príncipe que no sea
sabio no le será posible conciliarlos.
Se observa mucho, más celosamente a conducta de un
príncipe nuevo que la de uno heredero, si los hombres la encuentran virtuosa,
se sienten más agradecidos y se apegan más a él que a uno de linaje antiguo.
El príncipe tendrá la gloria de haber creado un
principado nuevo y haberlo mejorado.
Si se examina el comportamiento de los príncipes de
Italia, se encontrará en primer lugar, en lo que refiere a las armas una falta
común a todos. Unos tuvieron un pueblo por enemigo, y el que lo tuvo por amigo
no supo asegurarse de los nobles.
Estos príncipes en épocas de paz nunca pensaron que
podrían cambiar las cosas, cuando se presentaron tiempos adversos, atinarían a
huir y no a defenderse.
25 CAPÍTULO XXV.- DEL
PODER DE LA FORTUNA EN LAS COSAS HUMANAS Y DE LOS MEDIOS PARA OPONÉRSELE
La fortuna es la juez de la mitad de nuestras acciones,
pero nos deja gobernar la otra mitad. Y aunque esto sea inevitable, no basta
para que los hombres, tomen sus precauciones con diques y reparos.
Con la fortuna se manifiesta todo suponer allí donde no hay
virtud preparada para resistirle y dirigirse sus arrebatos.
Un príncipe q hoy vive en la prosperidad y mañana en la
desgracia se debe a que confía ciegamente en la fortuna. Es feliz el que se
concilie con su manera de obrar con liándole de las circunstancias.
Los hombres para lograr el fin que se proponen proceden de
manera distinta: con cautela, con ímpetu, por violencia o por astucia. Dos que
actúan de distinta manera obtienen el mismo resultado y de otros dos que actúan
d igual manera uno alcanza su objetivo y el otro no.
No existe hombre lo suficientemente flexible como para
adaptarse a todas las circunstancias.
El hombre cauto fracasa cada vez que es necesario ser
impetuoso. Que si cambiase de conducta junto con las circunstancias.
La fortuna varia y los hombres se empeñan en proceder de
un mismo modo, serán felices mientras vayan de acuerdo con la suerte, e
infelices cuando estén en desacuerdo con ella.
26 CAPÍTULO XVI.- EXHORTACIÓN
A LIBERAR A ITALIA DE LOS BARBAROS
Después de meditar en todo lo expuesto, las
circunstancias son propicias para que un nuevo príncipe pueda adquirir gloria,
y si se encuentra en ella cuanto es necesario a un hombre prudente y virtuoso
para instaurar una nueva forma de gobierno , por lo cual se honraría a sí mismo
, haciendo la felicidad a los italianos.
Conclusión
El príncipe trata de cómo debe hacer una persona para hacerse con el poder, sin importar los medios por lo cual lo logre.
La obra presenta formas inmorales para lograrlo, sosteniéndose en la frase “el fin justifica los medios”.
Centra a la violencia como algo fundamental para mantener el orden dentro de un pueblo para llegar a un destino efectivo de tal manera que pueda ejercer el poder de manera efectiva.
El Príncipe es un texto histórico-circunstancial de
asesoramiento político, escrito por el florentino NICOLÁS MAQUIAVELO - NICCOLO
MACHIAVELLI (1469-1527) en ITALIA el año 1513 y dedicado a Lorenzo de Médici,
gobernante en ese momento de Italia. Se supone que Fernando el Católico y Cesar
Borgia sirvieron de inspiración para el modelo que propone.
MARCO HISTORICO
Es en la Florencia de los Médicis, cuya ciudad sufre
sucesivas crisis, donde alumbra una conciencia política apoyada por “El
Príncipe”. Son los comienzos de la Revolución Renacentista (tránsito de la Edad
Media a la Edad Moderna), de cuyas bases surge posteriormente el modelo
capitalista de organización de la economía. La fe en la razón y en el progreso
se empieza a convertirse en alternativa a la fe cristiana y la parusía que
había venido manteniendo en la Edad Media. En esos momentos, Italia se
encuentra invadida por fuerzas extranjeras (España y Francia), lo que hace que
el autor refleje en esta obra, sentimientos de liberación nacional y la
búsqueda de una unidad política, de las que su patria carece. La lucha contra
la tiranía y el triunfo de la libertad impulsaran el desarrollo del pensamiento
y el apoyo a la cultura, haciendo posible una valoración política de lo
tradicional y providencialista
Son exponentes de esta época y con similar fin en sus
obras: Lorenzo Bruni y Francesco Guicciardini; servidores también del Estado y
con un amplio conocimiento práctico y teórico de la política, la economía y la
sociedad en la que viven.
Breve cronología:
1492, muerte de Lorenzo el Magnifico; descubrimiento de
América y la unidad del imperio español con el fin de los reinos musulmanes en
España.
1498, es ejecutado Savonarola por orden del padre de
Cesar Borgia (el Papa Alejandro VI). Maquiavelo ingresa como funcionario de la
cancillería de la República florentina.
1503 muere envenenado el Papa Alejandro VI y se elige al
radical enemigo de los Borgia, como Papa Julio II; Maquiavelo publica sus
primeras obras en forma de discursos
1512, Francia ocupa Italia amenazando la independencia de
la República Italiana; vuelven los Medici, se expulsa al anterior Papa y el
gobierno lo asume el Papa León X;
1508 Maquiavelo publica ensayos sobre la guerra entre
franceses y españoles, como resultado de sus experiencias en la corte de Luis
XII.
1525-27, Carlos V conquista Roma consumando una gran
masacre y saqueo sobre la población, que horroriza al occidente cristiano y el
Papa Clemente VII huye para salvar su vida.
El 21 de julio, Maquiavelo es enterrado en Santa Croce.
Breve Biografía del autor
Niccolo di Bernardo dei Machiavelli, mejor conocido
como Nicolás Maquiavelo, nació el 3 de mayo de 1469 en Florencia, Italia.
Fue un diplomático, funcionario público, filósofo político y escritor italiano
de gran renombre y es considerado una de las figuras más importantes del Renacimiento
italiano.
En 1513, escribe su tratado de doctrina política titulado El
Príncipe, publicado en 1531, en Roma, años después de su muerte. Maquiavelo
escribió el libro mientras estaba encarcelado en San Casciano, luego de haber
sido acusado de conspirar en contra de los Médici. El escrito fue dedicado a
Lorenzo II de Médici, duque de Urbino, a modo de regalo y en respuesta a la
acusación.
Nicolás Maquiavelo es considerado como uno de los
teóricos políticos más notables del Renacimiento, pues con su aporte se abre
camino a la modernidad en su concepción política y a la reestructuración
social. Murió el 21 de junio de 1527, en Italia.
¿Qué relación tiene el libro con alguna experiencia
propia?
“El príncipe trata del modo de fundar y fortalecer un
principado, cuyo gobernante deberá mostrarse virtuoso, prudente al par que
enérgico, dispuesto a servirse de todos los medios posibles incluso de la
astucia y el engaño para establecer y preservar el orden.”
Cuando nos proponemos metas o tal vez terminar un
proyecto una trata de seguir la agenda personal para completar tales tareas. Un
individuo da todo de sí mismo para cumplir sus sueños, aunque en experiencia
propia creo que usar factores como el engaño es algo no honrado de hacer ya que
un trabajo hecho con todo el esfuerzo de uno vale más al ganar porque es el
esfuerzo muy diferente es tratar de ganar al hacer trampa eso sería como estoy
ganando pero porque hice trampa no porque mi trabajo o mi esfuerzo es el mejor.
Otro ejemplo que puede darse de forma completa son los políticos al menos los
de mi país que tratan todo por llegar al poder.
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