lunes, 31 de octubre de 2016

Todo sobre"El Príncipe" de Nicolas Maquiavelo


Personajes:
Principales:
·     El príncipe 
Secundarios
·     Maquiavelo 
·     Hereditario

Narración: en tercera persona.
Valores presentados:
- La prudencia. Escribió: "El que no detecta los males cuando nacen, no es verdaderamente prudente".
- La generosidad. Escribió: "Hay que ser liberal con todos aquellos a quienes no quita nada - que son muchísimos - y tacaño con todos aquellos a quienes no da, que son pocos".
"Con aquello que no es tuyo ni de tus súbditos se puede ser considerablemente más generoso. El gastar lo de los otros no te quita consideración, antes que la aumenta".
- Fidelidad a la palabra dada. Escribió: "No puede un señor prudente - ni debe- guardar fidelidad a su palabra cuando tal fidelidad se vuelve en contra suya y han desaparecido los motivos que determinaron su promesa. Si los hombres fueran todos buenos, este precepto no sería correcto, pero- puesto que son malos y no te guardarían a ti su palabra- tú tampoco tienes por que guardarles la tuya".
- Cualidades de un príncipe. Escribió: "De ciertas cualidades que el príncipe pudiera tener, incluso me atreveré a decir que si se las tiene y se las observa siempre son perjudiciales, pero sí aparenta tenerlas son útiles; por ejemplo: parecer clemente, leal, humano, íntegro, devoto, y serlo, pero tener el ánimo predispuesto de tal manera que si es necesario no serlo, puedas y sepas adoptar la cualidad contraria".

Resumen
“El príncipe trata del modo de fundar y fortalecer un principado, cuyo gobernante deberá mostrarse virtuoso, prudente al par que enérgico, dispuesto a servirse de todos los medios posibles incluso de la astucia y el engaño para establecer y preservar el orden.”
El Príncipe de Nicolás Maquiavelo
La obra comienza hablando de los principados, estos pueden ser nuevos o hereditarios, los hereditarios son los que ya están acostumbrados a vivir bajo la dirigencia de un príncipe, en cuanto a los nuevos; deben adoptar el nuevo sistema que se le es impuesto.
Los estados hereditarios son más fáciles de conservar debido a que se mantienen la cultura, lengua, etc. El príncipe solo debe seguir los pasos de sus antepasados.
Los principados mixtos presentas mayores dificultades a la hora de gobernarlos debido a las distintas características que se le imponen a los nuevos súbditos. La manera más fácil de lograr esto es radicarse en las nuevas tierras y gobernar directamente.
En caso que el príncipe designe a esclavos que gobiernen por él, debe dejar en claro que realmente él es la mayor autoridad.
Para imponerse ante un gobierno que estaba acostumbrado a gobernarse por sí mismo el príncipe debe arruinar su cultura e imponerse totalmente. Además debe asegurarse no crear sed de venganza en los súbditos.
Al obtener la soberanía por medio de las armas propias, se debe obrar como jefe y establecer claramente los nuevos estatutos.
Al obtener la soberanía por medio de la fortuna es más difícil mantenerla, ya que la obtienen de una manera muy fácil y al luchar por ella se les hace difícil.
Al obtener la soberanía por medio del rigor, debe asegurarse el príncipe de utilizarlo solo una vez, y no volver sobre este nunca más.
También en la obra se habla del principado civil, en el cual gobierna un representante del pueblo, este debe mantener un equilibrio éntrelos intereses del pueblo y el de la elite.
Los Príncipes se sostienen a sí mismo, cuando tienen suficientes hombres y dinero para formar un buen ejército, para dar batalla a cualquiera. Un Príncipe que tiene una ciudad fuerte y no se hace odiar en ella, no puede ser atacado.

Los principados eclesiásticos solos que más fácilmente progresan, ya que reciben un fuerte apoyo religioso.
También el príncipe debe estar en condiciones de defender sus tierras, para esto puede usar soldados mercenarios, que son peligrosos ya que se presentan valientes mientras están unidos pero se acobardan cuando se separan, además de que luchan a cambio de dinero.
Los príncipes prefieren perder con sus armas antes que ganar con ajenas, ya que de esta manera quedan en deuda con los más poderosos y corren el riesgo de caer en la servidumbre.
Con respecto a su ejército, el príncipe debe asegurarse de mantenerlos con disciplina y orden, para que estos no se vuelvan contra él. Esto lo logra siendo ejemplo frente al ejército, en el aspecto físico y cultural, manteniéndose en forma y estudiando el arte de la guerra.
Además el príncipe debe presentar ante súbditos y pares un aspecto respetable, no deben tratarlo de débil, afeminado, duro, flexible, etc.
La liberalidad también es importante en el gobierno del príncipe, que no debe convertir a esta algo natural de los súbditos, ya que abusaran de esta y arruinaran al estado, de tal manera que le será imposible recuperarse.
Ser temido y amado también aparece en la vida del príncipe, que debe crear un equilibrio entre ambos conceptos, ya que dependerá de los dos en determinadas situaciones.
El príncipe también debe evitar ser odiado y despreciado, para evitar la rebelión del pueblo y la desestabilización de su poder.
En el momento en que el príncipe toma un pueblo, es necesario que lo desarme de tal manera que no se vuelvan en su contra, y también que proteja al pueblo mediante una fortaleza para no ser invadido por alguien que quiera arrebatarle el poder.
El príncipe también debe preocuparse en obtener simpatía de los súbditos más ilustres, premiándolos frente a sus logros más destacados.
Un Príncipe para conservar un buen ministro (secretario), debe honrarlo, enriquecerlo y entregarle la dignidad y cargos que él se merece.

Los príncipes de Italia perdieron sus estados por culpa de ejércitos débiles y en algunos casos de su propia fragilidad como “señor”.
También debe ser acompañado de la fortuna, pero no depender definitivamente de ella.

A CONTINUACIÓN SE PRESENTA UN RESUMEN DE LOS CAPÍTULOS DEL LIBRO “EL PRÍNCIPE”
1 CAPÍTULO I DE LAS DISTINTAS CLASES DE PRINCIPADOS Y LA FORMA EN QUE SE ADQUIEREN.
Todos los Estados, todas las dominaciones que han ejercido y ejercen soberanía sobre los hombres, fueron y son repúblicas o principados. Los principados son o hereditarios o como miembros agregados al estado hereditario del príncipe que los adquiere.
2 CAPÍTULO II.- DE LOS PRINCIPADOS HEREDITARIOS
Este capítulo señala como pueden y deben y deben gobernarse los principados.
Es más fácil conservar un Estado hereditario, acostumbrado a una familia y basta con no alterar el orden establecido por príncipes anteriores, y con temporalizar después con los cambios que pueden producirse. Es lógico que sea más amado y a que menos vicios excesivos le traigan el odio es razonable que le quieran con naturalidad los suyos.
Las dificultades que existen en los nuevos principados como miembro agregado a un conjunto anterior, sus incertidumbres nacen de una simple dificultad que se encuentra en todos los principados nuevos, dificultad que consiste en que los hombres cambian con gusto de señor, creyendo mejorar, impulsados a tomar armas contra él en lo cual se engañan pues luego han empeorado. El príncipe se ve obligado a ofender a sus súbditos, de modo que tiene por enemigos a todos los que se ha ofendido al ocupar el principado, y no se puede conservar como amigos a los que les han ayudado a conquistarlo porque no se pueden satisfacer las necesidades como ellos esperaban.
Los territorios revoltosos se pierden con más dificultad cuando se conquistan por segunda vez.
Estos estados que al adquirirse se agrega a uno más antiguo, de la misma provincia y de la misma lengua es muy fácil conservados, sobre todo cuando están acostumbrados a vivir libres; y para afianzarse en el poder, siempre que se conserven sus costumbres y las ventajas que gozaban permanecerán tranquilos y pueden permanecer en total armonía. Se deben tener dos cuidados: que la descendencia del príncipe anterior desaparezca y que ni sus leyes ni sus atributos sean alterados.
Cuando se adquieren Estados en una provincia con idioma, costumbres y organización diferentes, surgen dificultades y uno de los remedios que la persona que los adquiera es que fuera a vivir en ellos, así se ven nacer los desórdenes y se pueden reprimir con prontitud, de este modo también adquieren más respeto y con mucha dificultad suelen perderlo.
Otro buen remedio es enviar a algunas colonias a alguno de los lugares que sean como llaves para aquel Estado.; las colonias no cuestan, son más fieles y entrañan menos peligro, los damnificados no pueden causar molestias porque son pobres y están demasiado aislados.
A los hombres hay que conquistarlos o eliminarlos, la ofensa que se le haga al hombre debe ser tal, que le resulte imposible vengarse.
Si en vez de colonias se emplean tropas, e gasto es mucho mayor, por el mantenimiento de la guardia, se perjudica e incomoda a todos y por lo cual, se vuelven enemigos.
El príncipe que anexe una provincia con organización y costumbres diferentes a la suya debe convertirse en defensor de los vecinos menos poderosos para debilitar a los de mayor imperio y cuidarse de que entre a su estado un extranjero tan poderoso como él ya que se le adhieren todos los que sienten envidia del que es más fuerte ya que enseguida y de buena gana forman un bloque con el Estado invasor.
“Una guerra no se evita sino se difiere para provecho ajeno”
El deseo de conquista es un sentimiento muy natural y común, y siempre que lo hagan los que pueden, antes serán alabados que censurados; pero cuando intentan hacerlo a toda cota los que no pueden, la censura es admitida.
Para evitar una guerra nunca se debe dejar que el desorden siga su curso.
Es natural que se ha vuelto poderoso recelo de la misma astucia o de la misma fuerza gracias a las cuales se ha obtenido la ayuda.
Un príncipe elige de entre sus siervos, que o son todos, los ministros que lo ayudarán a gobernar, o por un príncipe asistido por nobles que, a la antigüedad de su linaje, deben la posición que ocupan. Estos nobles tienen estados y súbditos propios, que los reconocen por señores y les tienen natural inclinación. Mientras que en los Estados que eran gobernados por un príncipe asistido por siervos, el príncipe goza de mayor autoridad porque en toda la provincia no se reconoce a otro soberano, sino a él, y si se obedece a otro, sólo se le hace por tratarse de un ministro o magistrado del príncipe.
Hay tres modos de conservar un Estado que estaba acostumbrado a regirse por sus propias leyes y a vivir en libertad:
Destruirlo
Radicarse en él
Dejarlo regir por sus leyes, obligándolo a pagar tributo y establecer un gobierno compuesto por un pequeño número de personas para que se encarguen de velar por la conquista.
Nada hay mejor para conservar una ciudad acostumbrada a vivir libre que hacerla gobernar por los mismos ciudadanos. El único sistema seguro de dominar una ciudad acostumbrada a vivir libre es destruirla. Quien se haga dueño de una ciudad así y no la aplaste, debe esperara ser aplastado por ella. Sus rebeliones siempre serán representadas con el nombre de libertad. El recuerdo de su antigua liberad no les concede ni un momento de reposo si los habitantes no se separan ni se dispersan, inmediatamente recurren a cualquier contingencia.
Cuando las ciudades o provincias están acostumbradas a vivir bajo un príncipe, y por la extinción de este y su linaje queda vacante el gobierno, por un lado los habitantes están acostumbrados a obedecer y por otro no tienen a quién, y no se ponen de acuerdo para elegir a uno entre ellos, ni saben vivir en libertad, y por último tampoco se deciden a tomar armas contra el invasor.
Los hombres siguen casi siempre el camino abierto por otros y se empeñan en limitar las acciones de los demás. Todo hombre que sea prudente debe imitar a los que han sido excelsos, para que, si no los iguala en virtud, por lo menos se les acerque.
Los principados de nueva creación, son más o menos difíciles de conservar según que sea más o menos hábil e inteligente el príncipe que los adquiere. El que menos ha confiado en el azar es el que siempre se ha conservado en su conquista. También facilita enormemente las cosas el que un príncipe, al no poseer otros Estados, se vea obligado a establecerse en el que ha adquirido (aquellos que no se convirtieron en príncipes por azar, sino por sus virtudes).
Las dificultades nacen de las nuevas leyes y costumbres que se ven obligados a implantar para fundar el Estado y proveer sus seguridad. No hay nada más fácil de emprender, ni más dudoso de triunfar, ni más peligroso de manejar que el introducir nuevas leyes. El innovador se transforma en enemigo de todos los que se benefician con las leyes antiguas, se consigue la amistad tibia de los que se benefician con las leyes nuevas.
Es preciso ver si esos innovadores lo son por sí mismos, o si dependen de otros; si necesita recurrir a la súplica para su obra, o si pueden imponerla por la fuerza, entonces, rara vez dejan de conseguir sus propósitos. Los rublos volubles, si es fácil convencerlos de algo, es difícil mantenerlos fieles a la convicción, por lo que conviene estar preparados.
Los que sólo por suerte se convierten en príncipes y poco esfuerzo necesitan para llegar a serlo, se mantienen pero con muchísimo trabajo.
Las dificultades se presentan una vez instaladas. Estos príncipes no se sostienen más que por la voluntad y la fortuna (mudables e inseguras) de quienes los elevaron y no saben ni pueden conservar aquella dignidad. No es factible que conozca el arte del mando. Ya que han vivido siempre como simples ciudadanos.
Está el caso en el que se asciende al principado por un camino de perversidades y delitos y en el que se llega a ser príncipe por favor de otros ciudadanos. Los ciudadanos no tienen entonces más remedio que someterse y constituir un gobierno del cual alguien se hace nombrar jefe. Muertos todos los que pudiesen significar u peligro para él se preocupa por reforzar su poder con nuevas leyes civiles y militares, de manera que mientras gobierne, no sólo está seguro, sino que se hace temer por todos los vecinos.
Al apoderarse de un Estado todo usurpador debe considerar todos los crímenes que le es preciso cometer, y ejecutarlos todos a la vez, para que no tenga que renovarlos día a día. Quien procede de otra manera, por timidez o por haber sido mal aconsejado, se ve siempre obligado a conserva el cuchillo en la mano, y mal puede contar con súbditos a quienes sus ofensas continúas y todavía recientes llenan de desconfianza. Por qué las defensas deben inferirse de una sola vez, para que durando menos; mientras que los beneficios deben procurarse poco a poco, con fin de que se deben saborear mejor.
Un ciudadano gracias al favor de sus compatriotas, se convierte en príncipe. L Estado así constituido puede llamarse principado civil. El legar a él no depende de una cierta habilidad propiciada por la fortuna, o bien del apoyo del pueblo, o bien del de los nobles... en toda ciudad se encuentran dos fuerzas contrarias, una lucha por mandar y oprimir a la otra, que no quiere ser mandada ni oprimida. Y del choque de las dos corrientes surge uno de estos tres efectos: principado, libertad o licencia.
Los nobles cuando comprueban que no pueden resistir al pueblo, concentran toda la autoridad en uno de ellos y lo hacen príncipe para poder, a su sombra, dar rienda suelta a sus apetitos. El pueblo cuando no puede hacer fuerte a sus grandes, cede su autoridad a uno y lo hace príncipe para que lo defienda. El que llega al principado con ayuda de los nobles se mantiene con más dificultad que el sí o hombre que ha legado con el apoyo del pueblo, porque los que o rodean se sientes sus iguales.
Un príncipe jamás podrá dominar al pueblo cuando tenga por enemigo. Lo peor que un príncipe puede esperar de un pueblo que no o ame es el ser abandonado por él; de los nobles, si los tiene por enemigos, es que se rebelen contra él. Es una necesidad del príncipe vivir siempre con el mismo pueblo, pero no con os mismos nobles, puede crear nuevos o deshacerse de lo que tenía a su conveniencia.
El que llegue a ser príncipe mediante el favor del pueblo debe esforzarse por conservar su afecto, pues el pueblo sólo pide no ser oprimido. El que se convierta en príncipe por ayuda de los nobles perecerá si se empeña en conquistarlo, lo que sólo será fácil si lo toma bajo su protección.
Un v príncipe necesita contar con la amistad del pueblo, pues de lo contrario no tiene remedio en la adversidad.
Estos principados peligran cuando quieren pasar de un principado civil a un principado absoluto.
10 CAPÍTULO X COMO DEBEN MEDIARSE LA FUERZAS DE TODOS LOS PRINCIPADOS
Son capaces de sostenerse a sí mismos los que, o por abundancia de los hombres o de dinero, pueden levantar un ejército respetable y presentar batalla a quien quiera que se atreva a atacarlos. Los que no son capaces de presentar batalla al enemigo en campo abierto. Del segundo caso lo se puede aconsejar a los príncipes que fortifiquen y establezcan la ciudad en que vivan y se despreocupen por la campaña. Quien tenga bien fortificada su ciudad difícilmente será asaltado; porque los hombres son enemigos de las empresas demasiado arriesgadas.
Un príncipe que obtiene una plaza fuerte, y a quien el pueblo no odie, no puede ser atacado. Si fuese el atacado se vería obligado a retirarse sin gloria, son tan vitales las cosas de este mundo que es imposible que alguien permanezca con sus ejércitos un año situando ociosamente una ciudad.
En os principados eclesiásticos existen dificultades antes de poseerlos, se adquieren o por valor o por suerte, mantiene a sus príncipes en el poder sea cual fuere el modo que estos procedan o vivan.
Estos son los únicos que tienen Estados y no los defienden; súbditos no os gobiernan. Pero a pesar de eso no les son arrebatados y los súbditos no se preocupan, ni piensan, ni podían situarse a su soberanía. Son los únicos principados seguros y felices.
Las formas de ataque y de defensa pueden ser necesarias un cada uno de los Estados antes mencionados.
Las tropas con las que un príncipe defiende a sus Estados son propias, mercenarias, auxiliares o mixtas. Las auxiliares y mercenarias son útiles y peligrosas; el príncipe que descanse en mercenarios nunca estará seguro ni tranquilo, porque están desunidos, ambiciosos y desleales, violentos entre los amigos y cobardes cuando se encuentran frente al enemigo porque no tienen disciplina y durante la paz despoja a su príncipe tanto como los enemigos durante la guerra. Quieren ser soldados mientras el príncipe no hace guerra.
Las tropas auxiliares son aquellas que se pide a un príncipe poderoso para que os socorra y los defienda. Pueden ser útiles y buenas para sus amos, pero para quien las llama son casi siempre funestas pues si pierden queda derrotado, pero si gana, se convierte en prisionero.
Todo el que no quiera vencer no tiene más que servirse de esas tropas, muchísimo más peligroso que las mercenarias, porque están perfectamente unidas y obedecen ciegamente a sus jefes, con lo cual la ruina es inmediata; mientras que las mercenarias, someten al príncipe una vez que han triunfado. En ellas un tercero al que el príncipe haya hecho jefe no puede cobrar enseguida tanta autoridad como para perjudicarlo. Por ello, todo el príncipe prudente ha desechado estas tropas y se ha refugiado en las propias, y ha preferido vencer con las suyas a hacerlo con otras.
Sucede siempre que las armas ajenas no se caen de los hombros del príncipe o le pesan, solo oprimen. Sin milicias propias no está seguro, está por completo en las manos del azar.
Aquel que en un principado no descubre los males antes mencionados una vez nacidos, no es verdaderamente sabio, pero esta virtud la tienen pocos.
14 CAPÍTULO XIV.- DE LOS DEBERES DE UN PRÍNCIPE PARA CON LA MILICIA.
Un príncipe no debe tener más objeto ni pensamiento que se fuera del arte de la guerra y lo que a su orden y disciplina corresponde, pues es lo único que compete a quien manda. No sólo conserva en su puesto a los que han nacido príncipes , sino que muchas veces eleva a esta dignidad a hombres de condición modesta, por el contrario, ha hecho perder el Estado a príncipes que han pensado más en las diversiones que en las armas, la pérdida del Estado se haya siempre en el olvido de este arte.
Un príncipe durante os tiempos de paz debe ejercerse más que en los tiempos de guerra; lo cual puede hacer de dos modos: con la acción y con el estudio. La acción, debe, de ejercitar y tener bien organizadas sus tropas, dedicarse constantemente a la caza con el doble objeto de acostumbrar el cuerpo a las fatigas y a conocer la naturaleza de los terrenos; primero, se aprende a conocer la región donde se vive, en virtud del conocimiento práctico de una comarca, se hace más fácil el conocimiento de otra donde sea necesario actuar.
En cuanto al ejercicio de la mente, el príncipe debe estudiar la historia, examinar las acciones de los hombres ilustres, ver como se ha conducido en la guerra, analizar el porqué de sus victorias y derrotas para evitar estas y tratar de lograr aquellas; un príncipe prudente: no permanece inactivo nunca en tiempos de paz, hacer acopio de enseñanzas para valerse de ellas en la adversidad, a fin de que, lo halle preparado para resistirle.
¿Cómo debe comportarse un príncipe en el trato de sus súbitos y amigos? Hay diferencia entre cómo se vive y como se debería vivir, que aquel que deja lo que se hace por lo que debería hacerse marcha a su ruina en vez de beneficiarse; todo príncipe que quiera mantenerse aprenda a no ser bueno y a participarlo o no de acuerdo con la necesidad.
Todos los hombres, y en particular los príncipes, por ocupar posiciones más elevadas, son juzgados por alguno de estas cualidades, tacañas, avaras
Avaro: es también el que tiende a enriquecerse por medio de la rapiña. Es considerado dadivoso, clemente, leal, afeminado, decidido y animoso, humano, casto, sincero, duro, grave, religioso.
Tacaño: el que se abstiene demasiado de gastar lo suyo. Es considerado rapaz, cruel traidor, pusilánime, soberbio, laxativo, débil, frívolo, incrédulo.
Un príncipe posee las cualidades que son consideradas buenas pero como no es posible consérvalas todas, es preciso ser tan cuerdo que pueda evitar la vergüenza de aquellas que le significarán la pérdidas del Estado, si no puede, no debe preocuparse y mucho menos incurrir en la infamia de vicios sin os cuales difícilmente podrá salvar el Estado, porque a veces lo que parece virtud escasa de ruina, y lo que parece vicio sólo acaba por traer el bienestar y la seguridad.
16 CAPÍTULO XVI.- DE LA PRODIGALIDAD Y DE LA AVARICIA
Estaría bien ser tenido por pródigo de manera que se sepa que uno es, perjudica; y por otra parte, si se le practica como se le debe practicar no será conocida y se le considerará como el vicio contrario. Un príncipe así acostumbrado a proceder consumirá en tales obras todas sus riquezas y se verá obligado, si desea conservar su reputación, a imponer excesivos tributos, a ser riguroso en el cobro y hacer todas las cosas que hay que hacer para procurarse dinero. Lo cual comenzará a tornarlo odioso.
Ya que el príncipe no puede practicar públicamente esta virtud sin que se le perjudique, convendrá que no se preocupe si es tachado de tacaño porque con el tiempo será tenido siempre como más pródigo
Sólo hemos visto hacer grandes cosas a los hombres considerados tacaños; los demás siempre han fracasado. Un príncipe debe reparar poco, con tal de que ello le permita defenderse, no robar a los súbditos, no volverse pobre y despreciable, no mostrarse ladrón, en incurrir en el vicio de tacaño; porque este es uno de los vicios que le hacen posible reinar.
17 CAPÍTULO XVII.- DE LA CRUELDADY LA CLEMENCIA; Y SI ES MEJOR SER AMADO QUE TEMIDO, O SER TEMIDO QUE AMADO.
Todos los príncipes desean ser tenidos por clementes y no por crueles, deben cuidarse de emplear mal esta clemencia. Un príncipe no debe preocuparse por que o acusen de cruel, y siempre cuando su crueldad tenga por objeto l mantener unidos y fieles a los súbditos; con pocos castigos ejemplares será más clemente que aquellos que, por excesiva clemencia dejan manipular sus órdenes.
Debe ser cauto en el creer y el obrar, no tener miedo de sí mismo y proceder con moderación y humanidad. Surge una cuestión: si vale más ser amado que temido, o temido que amado. Nada sería mejor que ser las dos a la vez, ya que es difícil unirlas y siempre ha de faltar una.
Los hombres tienen más cuidado al ofender a uno que se haga amar que a uno que se haga temer; el amor es un vínculo de gratitud que los hombres, perversos rompen cada vez que pueden beneficiarse, el temor es el miedo al castigo que no se pierde nunca.
El príncipe debe hacerse temer de modo que vite el odio.
Cuando el príncipe está al frente de sus ejércitos, es necesario que no se preocupe si merece fama de cruel, porque sin esta fama jamás podrá tenerse ejército alguno unido y dispuesto a la lucha.
Como el amar depende de la voluntad de los hombres y el temer de la voluntad del príncipe, un príncipe prudente debe apoyarse en lo suyo y no en lo ajeno, tratando siempre de evitar el odio.
Hay dos maneras de combatir: una, con las leyes, otra, con la fuerza. La primera es distintiva del hombre; la segunda de la bestia.
Un príncipe debe saber comportarse como bestia y como hombre. Como el receptor es mitad bestia y mitad hombre, un príncipe debe saber emplear las cualidades de ambas naturalezas, ya que una no puede durar mucho tiempo sin la otra.
Como bestia conviene que el príncipe se transforme en zorro y en león; porque el león no sabe protegerse de las trampas y el zorro no se protege de los lobos.
Un príncipe prudente no debe observar la fe jurada cuando semejante observancia vaya en contra de sus intereses y cuando hayan desaparecido las razones que le hicieron prometer ya que los hombres son perversos.
Se podrían citar innumerables ejemplos modernos de tratados de paz y promesas vueltas inútiles por la infidelidad de los príncipes. Hay que saber disfrazarse bien y ser más hábil en el fingir y el disimular
Es preciso que un príncipe posea todas las virtudes mencionadas, pero es indispensable que aparente poseerlas. Hay ocasiones que el tenerlas y practicarlas siempre es perjudicial, y el aparentar tenerlas es útil. Está bien mostrarse piadoso, fiel, recto, humano y religioso, así mismo serlo efectivamente; pero se debe estar dispuesto irse al otro extremo si ello, fuera necesario.
Un príncipe debe tener muchísimo cuidado de que no le brote nunca de los labios algo que no esté empapado de las cinco virtudes antes citadas. Y en las acciones de los hombres, particularmente de los príncipes, donde no hay apelación posible, se atiene a los resultados.
Trate el príncipe de huir de las cosas que no lo hagan odioso y despreciable y una vez logrado no tendrá nada que temer de los otros vicios.
Hace odioso el ser ladrón y apoderarse de los bienes y de las mujeres de los súbditos, de todo lo cual convendrá abstenerse. La mayoría de los hombres mientras no se vean privados de sus bienes y de su honor, viven contentos.
Hace despreciable el ser considerado frívolo, voluble, afeminado, pusilánime e irresoluto de defectos de los cuales debe alejarse e ingeniarse para que en sus actos se reconozca grandeza, valentía, seriedad y fuerza. Con respecto a los asuntos privados de sus súbditos, procurar que sus fallos sean irrevocables y empeñarse en adquirir tal autoridad.
Para ser respetado, el príncipe, tiene necesariamente que ser bueno y querido por los suyos. Un príncipe debe temer dos cosas: que se le subleven los súbditos y que lo ataquen potencias extranjeras. En el interior estarán aseguradas las cosas cuando lo estén en el exterior.
En lo que se refiere a los súbditos, ha de cuidar que no conspiren secretamente.
El no ser odiado por el pueblo es uno de los remedios más eficaces de que dispone un príncipe, ya que el conspirador siempre cree que el pueblo quedará contento con la muerte del príncipe.
Los Estados bien organizados y los sabios siempre han procurado no exasperar a los nobles y, a la vez, tener satisfecho y contento al pueblo.
Hubo príncipes que, para conservar sin inquietudes el Estado, desarmaron a sus súbditos, que dividieron sus territorios conquistados, que favorecieron a sus mismos enemigos, que se esforzaron por atraerse a aquellos que les inspiraban recelo al comienzo de su gobierno, que construyeron fortalezas y que las arrasaron.
Nunca sucedió que un príncipe nuevo desarmase a sus súbditos, más bien los armó cada vez que los encontró desarmados. De este modo las armas del pueblo se convirtieron en las del príncipe. Los súbditos a quienes el príncipe arma, son deudores del príncipe y se consideran más obligados a él.
Cuando un príncipe adquiere un Estado nuevo que se añade al que ya poseía conviene que desarme a sus nuevos súbditos, excepción hecha de aquellos que se declararon partidarios suyos durante la conquista.
En las ciudades conquistadas, aunque no se dejaba llegar al derramamiento de sangre, alimentaban discordias entre ellos, a fin d que, ocupados en sus diferencias no se uniesen contra el enemigo común.
Un príncipe nuevo al que le es más necesario adquirir fama, la fortuna le suscita enemigos y guerras en su contra para poder darle la oportunidad de que las supere y pueda elevarse a mayor altura.
Los hombres que al principio del reinado han sido enemigos, si su carácter es tal que para continuar la lucha necesitan apoyo ajeno, el príncipe podrá fácilmente conquistarlos a su causa, y lo servirán con más facilidad.
Los príncipes para poder conservarse acostumbraron a construir fortalezas que fuesen rienda y freno para quienes se atraviesen a obrar en su contra. Las fortalezas son útiles si en unas ocasiones favorecen y en otras perjudican. No hay mejor fortaleza que él no sr odiado por el pueblo.
Nada hace más estimable a un príncipe como las grandes empresas.
Se estima al príncipe ser capaz de ser amigo o enemigo franco, al que, sin temores de ninguna índole, se declarase abiertamente a favor de uno y en contra de otro. El abrazar un partido es siempre más conveniente que el permanecer neutral. Porque si dos vecinos poderosos se declaran la guerra, se tendrá que temer a cualquiera de los dos que gane la guerra.
Aquel que no es t amigo te exigirá neutralidad, y aquel que es amigo tuyo te exigirá que demuestres tus sentimientos con armas.
Los príncipes irresolutos, para evitar peligros presente, siguen la neutralidad y la mayoría de las veces fracasan.
Un príncipe nunca debe aliarse con otro más poderoso para atacar a terceros.
El príncipe también debe mostrarse amante de la virtud y honrará a los que se distingan en las artes. Dará seguridades a los ciudadanos para que puedan dedicarse a sus profesiones; y que unos no se abstengan de embellecer sus posesiones por temor a ser robados, y otros de abrir una tienda por miedo a los impuestos.
La elección de los ministros, será buena o mala según la cordura del príncipe. La primera opinión que se tiene del juicio de un príncipe se funda en los hombres que lo rodea
N si son capaces y fieles, cuando no lo son, no podrá considerarse a un príncipe que el primer error lo cometa en esta elección.
Para que el príncipe mantenga constante la fidelidad de un ministro, debe pensar en él, así pueden confiar unos en otros.
Los aduladores abundan en todas las corte. Los hombres se complacen tanto en sus propias acciones de tal modo que se engañan y cuando quieren defenderse, se exponen al peligro de hacerse despreciables. No hay otra manera de evitar la adulación que el hacer comprender a los hombres que no ofenden al decir la verdad; y resulta que, cuando todos pueden decir la verdad, faltan al respeto.
Un príncipe debe preferir un tercer modo: rodearse de los hombres de buen juicio de su Estado, únicos a los que dará libertad para decirle la verdad. Debe interrogarlos sobre yodos los tópicos, y fuera de ellos no escuchar a ningún otro.
Un príncipe debe pedir un consejo siempre que él lo considere conveniente y no cuando lo consideren los demás. Y si pide consejo a más de uno, los consejos serán siempre distintos y a un príncipe que no sea sabio no le será posible conciliarlos.
Se observa mucho, más celosamente a conducta de un príncipe nuevo que la de uno heredero, si los hombres la encuentran virtuosa, se sienten más agradecidos y se apegan más a él que a uno de linaje antiguo.
El príncipe tendrá la gloria de haber creado un principado nuevo y haberlo mejorado.
Si se examina el comportamiento de los príncipes de Italia, se encontrará en primer lugar, en lo que refiere a las armas una falta común a todos. Unos tuvieron un pueblo por enemigo, y el que lo tuvo por amigo no supo asegurarse de los nobles.
Estos príncipes en épocas de paz nunca pensaron que podrían cambiar las cosas, cuando se presentaron tiempos adversos, atinarían a huir y no a defenderse.
25 CAPÍTULO XXV.- DEL PODER DE LA FORTUNA EN LAS COSAS HUMANAS Y DE LOS MEDIOS PARA OPONÉRSELE
La fortuna es la juez de la mitad de nuestras acciones, pero nos deja gobernar la otra mitad. Y aunque esto sea inevitable, no basta para que los hombres, tomen sus precauciones con diques y reparos.
Con la fortuna se manifiesta todo suponer allí donde no hay virtud preparada para resistirle y dirigirse sus arrebatos.
Un príncipe q hoy vive en la prosperidad y mañana en la desgracia se debe a que confía ciegamente en la fortuna. Es feliz el que se concilie con su manera de obrar con liándole de las circunstancias.
Los hombres para lograr el fin que se proponen proceden de manera distinta: con cautela, con ímpetu, por violencia o por astucia. Dos que actúan de distinta manera obtienen el mismo resultado y de otros dos que actúan d igual manera uno alcanza su objetivo y el otro no.
No existe hombre lo suficientemente flexible como para adaptarse a todas las circunstancias.
El hombre cauto fracasa cada vez que es necesario ser impetuoso. Que si cambiase de conducta junto con las circunstancias.
La fortuna varia y los hombres se empeñan en proceder de un mismo modo, serán felices mientras vayan de acuerdo con la suerte, e infelices cuando estén en desacuerdo con ella.
26 CAPÍTULO XVI.- EXHORTACIÓN A LIBERAR A ITALIA DE LOS BARBAROS
Después de meditar en todo lo expuesto, las circunstancias son propicias para que un nuevo príncipe pueda adquirir gloria, y si se encuentra en ella cuanto es necesario a un hombre prudente y virtuoso para instaurar una nueva forma de gobierno , por lo cual se honraría a sí mismo , haciendo la felicidad a los italianos.





























Conclusión
El príncipe trata de cómo debe hacer una persona para hacerse con el poder, sin importar los medios por lo cual lo logre.
La obra presenta formas inmorales para lograrlo, sosteniéndose en la frase “el fin justifica los medios”.
Centra a la violencia como algo fundamental para mantener el orden dentro de un pueblo para llegar a un destino efectivo de tal manera que pueda ejercer el poder de manera efectiva.


El Príncipe es un texto histórico-circunstancial de asesoramiento político, escrito por el florentino NICOLÁS MAQUIAVELO - NICCOLO MACHIAVELLI (1469-1527) en ITALIA el año 1513 y dedicado a Lorenzo de Médici, gobernante en ese momento de Italia. Se supone que Fernando el Católico y Cesar Borgia sirvieron de inspiración para el modelo que propone.
MARCO HISTORICO
Es en la Florencia de los Médicis, cuya ciudad sufre sucesivas crisis, donde alumbra una conciencia política apoyada por “El Príncipe”. Son los comienzos de la Revolución Renacentista (tránsito de la Edad Media a la Edad Moderna), de cuyas bases surge posteriormente el modelo capitalista de organización de la economía. La fe en la razón y en el progreso se empieza a convertirse en alternativa a la fe cristiana y la parusía que había venido manteniendo en la Edad Media. En esos momentos, Italia se encuentra invadida por fuerzas extranjeras (España y Francia), lo que hace que el autor refleje en esta obra, sentimientos de liberación nacional y la búsqueda de una unidad política, de las que su patria carece. La lucha contra la tiranía y el triunfo de la libertad impulsaran el desarrollo del pensamiento y el apoyo a la cultura, haciendo posible una valoración política de lo tradicional y providencialista
Son exponentes de esta época y con similar fin en sus obras: Lorenzo Bruni y Francesco Guicciardini; servidores también del Estado y con un amplio conocimiento práctico y teórico de la política, la economía y la sociedad en la que viven.
Breve cronología:
1492, muerte de Lorenzo el Magnifico; descubrimiento de América y la unidad del imperio español con el fin de los reinos musulmanes en
España.
1498, es ejecutado Savonarola por orden del padre de Cesar Borgia (el Papa Alejandro VI). Maquiavelo ingresa como funcionario de la cancillería de la República florentina.
1503 muere envenenado el Papa Alejandro VI y se elige al radical enemigo de los Borgia, como Papa Julio II; Maquiavelo publica sus primeras obras en forma de discursos
1512, Francia ocupa Italia amenazando la independencia de la República Italiana; vuelven los Medici, se expulsa al anterior Papa y el gobierno lo asume el Papa León X;
1508 Maquiavelo publica ensayos sobre la guerra entre franceses y españoles, como resultado de sus experiencias en la corte de Luis XII.
1525-27, Carlos V conquista Roma consumando una gran masacre y saqueo sobre la población, que horroriza al occidente cristiano y el Papa Clemente VII huye para salvar su vida.
El 21 de julio, Maquiavelo es enterrado en Santa Croce.
Breve Biografía del autor
Niccolo di Bernardo dei Machiavelli, mejor conocido como Nicolás Maquiavelo, nació el 3 de mayo de 1469 en Florencia, Italia. Fue un diplomático, funcionario público, filósofo político y escritor italiano de gran renombre y es considerado una de las figuras más importantes del Renacimiento italiano.
En 1513, escribe su tratado de doctrina política titulado El Príncipe, publicado en 1531, en Roma, años después de su muerte. Maquiavelo escribió el libro mientras estaba encarcelado en San Casciano, luego de haber sido acusado de conspirar en contra de los Médici. El escrito fue dedicado a Lorenzo II de Médici, duque de Urbino, a modo de regalo y en respuesta a la acusación.
Nicolás Maquiavelo es considerado como uno de los teóricos políticos más notables del Renacimiento, pues con su aporte se abre camino a la modernidad en su concepción política y a la reestructuración social. Murió el 21 de junio de 1527, en Italia.
¿Qué relación tiene el libro con alguna experiencia propia?
“El príncipe trata del modo de fundar y fortalecer un principado, cuyo gobernante deberá mostrarse virtuoso, prudente al par que enérgico, dispuesto a servirse de todos los medios posibles incluso de la astucia y el engaño para establecer y preservar el orden.”


Cuando nos proponemos metas o tal vez terminar un proyecto una trata de seguir la agenda personal para completar tales tareas. Un individuo da todo de sí mismo para cumplir sus sueños, aunque en experiencia propia creo que usar factores como el engaño es algo no honrado de hacer ya que un trabajo hecho con todo el esfuerzo de uno vale más al ganar porque es el esfuerzo muy diferente es tratar de ganar al hacer trampa eso sería como estoy ganando pero porque hice trampa no porque mi trabajo o mi esfuerzo es el mejor. Otro ejemplo que puede darse de forma completa son los políticos al menos los de mi país que tratan todo por llegar al poder.

lunes, 10 de octubre de 2016

Clasificación de Palabras


Definición de Palabra:

Una palabra se puede definir como:
  • unidad lingüística que en escritura aparece entre dos espacios en blanco
  • grupos de sonidos articulados con significado que se expresan entre pausas 
  • unidad mínima con función sintáctica dentro de una oración
Los procedimientos de formación de palabras dan lugar a distintas clases de palabras. Cada una de ellas tiene una estructura diferente, pero todas pueden llevar elementos flexivos.

Derivadas
Compuestas
Parasintéticas
Lexema + Morfema
Lexema + Lexema
Lexema + Lexema + Morfema
Grandote
Baloncesto
Automovilista
Casita
Girasol
Hojalatero
Suavidad
Sacapuntas
Norteamericano
Torero
Altavoz
Paracaidista
Panadero
Astronauta
Radiotelegrafista

Fonología y la Fonética en el Español

Diferencias entre fonología y fonética
Tanto la fonética como la fonología tienen por objetivo de estudio los sonidos de una lengua.
La fonética estudia el inventario de los sonidos de una lengua con arreglo a las diferencias articulatorias perceptibles; por ejemplo, distingue entre la "b" de rombo y la “b” de robo.
La fonología , en cambio, estudia los elementos fónicos, o unidades, de una lengua desde el punto de vista de su función. En español, sabemos que hay una unidad /b/  en beso , porque si la cambiamos por /p/ obtenemos otra palabra: peso , y si la cambiamos por /t/, teso ; y, si la sustituimos por /k/, queso , etc. En este caso, las unidades  /b/, /p/, /t/, /k/, que están actuando en el nivel de la lengua, o que son la forma de la expresión, se llaman fonemas. (Para recordar que la fonología es la que estudia los fonemas , inventemos que podría llamarse fonemalogía).
Los fonemas , entonces, son las unidades fonológicas más pequeñas en que se puede dividir un conjunto fónico, su característica principal es la capacidad para diferenciar significados; por ejemplo, no es lo mismo caro que carro o que cabo , todas están dentro del campo ca _ o , pero cambian su significado al cambiar los fonemas.
Sistema fonético y fonológico en el español
Los sonidos articulados se producen al salir el aire de los pulmones por la expiración. El aire va a parar a los bronquios, a la tráquea y después a la laringe donde están las cuerdas vocales.
Si las cuerdas vocales se aproximan y vibran el sonido articulado es sonoro, pero si por el contrario no vibran el sonido es sordo.
Una forma muy sencilla de saber si un sonido es sordo o sonoro es emitirlo en voz alta al mismo tiempo que colocamos la mano en la garganta, si notamos vibraciones el sonido es sonoro si no, es sordo.
Clases de fonemas
Dentro de los sonidos sonoros distinguimos entre fonemas vocálicos y consonánticos.
Los fonemas vocálicos:
Los fonemas vocálicos son pronunciados de tal forma que el aire no encuentra ningún obstáculo y además son capaces de formar sílabas por sí solos.
Según la localización o parte de la boca en que se produce su articulación, las vocales españolas pueden ser anteriores, centrales, y posteriores.
Según el grado de abertura de la cavidad bucal al pronunciarlas, las vocales pueden ser de tres tipos: abiertas, cerradas y medias.
Los fonemas consonánticos:
Los podemos clasificar:
Según el modo de articulación en:
Oclusivos , se caracterizan por el bloqueo del flujo de aire. Por ejemplo: /p/,/t/,/k/,/b/,/d/,/g/.
Fricativos , se caracterizan por una cierta dificultad para la expulsión del aire, pero sin impedirlo. Por ejemplo: /f/, /s/,...
Africados , aquellos en cuya articulación se produce un primer momento de oclusión y un segundo momento de fricación.
Nasales , aquellos fonemas en cuya articulación, el aire es expulsado a la vez por la boca y por la nariz.
Laterales , en que la lengua se sitúa en el centro superior de la cavidad bucal provocando la salida del aire por sus laterales. Por ejemplo: /l/, /r/.
Vibrantes , los pronunciamos con una repetición muy rápida de contactos sucesivos o vibraciones de la punta de la lengua sobre los alveolos.
Según el lugar de la articulación en:
Labiales , son aquellos en cuya articulación intervienen de forma principal los labios.
Dentales , son los que se articulan tocando con la punta de la lengua los dientes.
Alveolares , son los que se articulan aproximando la punta de la lengua a los alvéolos.
Palatales , se pronuncian acercando la lengua al paladar.
Vetares , son los que se articulan aproximando la lengua al velo del paladar o tocándolo.
Otra de las características de los sonidos es su oralidad o nasalidad. Si el velo del paladar se adhiere al la pared faríngea, el aire sale solo por la boca, dando origen a los sonidos orales, si por el contrario el velo desciende el aire sale por la nariz produciéndose así los sonidos nasales.
La lengua es un órgano móvil que junto con los dientes incisivos superiores e inferiores, los alvéolos y los labios participa en la diferenciación de los sonidos.
Relación de la fonética, la fonología y la ortografía
Lengua es el pacto por el cual una comunidad de personas hablan de la misma manera y escriben las palabras de la misma forma, esto es la ortografía.
La ortografía en muchos casos no se acomoda a los sonidos, así es que debe aprenderse con la práctica.
Los fonemas representados por nuestro alfabeto son los sonidos ideales.
En nuestro idioma hay fonemas representados por varias letras:
  • /b/ con b y v
  • /z / con c (ante e, i); z
  • /k/ con c (ante a, o, u o consonante); qu (ante e, i); k
  • /g/ con g (ante a, o, u, o consonante); gu (ante e, i )
  • /x/ con g (ante e, i );  j
  • /i/ con i, y
  • /s/ con s; x (solo ante consonante)
  • /r/ con r; rr (solo entre vocales)
Fonemas diferentes que son representados por una misma letra:
  • /k/ con c
  • /g/, /x/ con g
  • /i/, /y/ con y
  • /r/ /r/ con r
Una sola letra representada por varios fonemas
  • x con /k+s/
Fonemas simples representados por la unión de varias letras
  • /l/ por ll
  • /r/ por rr (entre vocales)
  • /c/ por ch
  • /k/ por qu (ante e, i)
  • /g/ por gu (ante e, i )
Cuando cometemos una falta de ortografía lo que ocurre es una falta de ajuste entre los fonemas que pronunciamos y las letras que escribimos.
Hay fijadas en nuestro idioma reglas de ortografía, por ejemplo:
  • Delante de p y b se escribe m y nunca n  (campana)
  • Las palabras que empiezan por ab-ob se escriben con b  (objetivo)
  • Después de las consonantes l-n-s y al principio de palabra se escribe r aunque se lea como rr
Las reglas mencionadas son un ejemplo de que la escritura y la pronunciación de las palabras no siempre coincide.
En el primer caso, la palabra campana , por ejemplo, se escribe con m antes de p , pero al escuchar esta palabra en realidad oímos /káNpana/ ya que los fonemas /m/ y /n/ se han neutralizado.
Lo mismo nos ocurre en el segundo caso, debemos escribir objetivo , aunque oigamos /oBxetíbo/ , aquí se neutralizan /p/ y /b/.
Por ello es importante aprender las reglas de ortografía, puesto que son un acuerdo de la comunidad de hablantes del español, y fijarnos en que la pronunciación de las palabras puede inducirnos a error. Así que es muy útil tener a mano un manual de ortografía para resolver las dudas.
Aquí les dejo un enlace a las reglas ortográficas: